Contratos de Impacto Social: una deuda pendiente en España

Tomás Kidd
UpSocial
Tomás Kidd, investigador y responsable de proyectos de UpSocial, analiza los motivos por los cuales los Contratos de Impacto Social (CIS) son considerados un modelo win-win para la innovación social y cómo está siendo su acogida en España.

A lo largo de la última década, los Contratos de Impacto Social (CIS) han captado la atención de diversos agentes dentro del ecosistema de la innovación social[1] por su capacidad para solucionar algunos de los problemas típicos en los mecanismos tradicionales de financiación pública a programas sociales.

El concepto detrás de los CIS es simple: un Contrato de Impacto Social es un contrato de ‘pago-por-éxito’ firmado entre un ‘pagador-por-resultado’ (por lo general administración pública o fundación) e inversores de impacto, que se utiliza para financiar una serie de intervenciones innovadoras dirigidas a solucionar un problema social en concreto. En este contrato los inversores sociales acuerdan proporcionar el capital para financiar las intervenciones que actuarán sobre una población vulnerable previamente acordada y si, y solo si, los resultados sociales buscados se materializan, el pagador-por-resultado reembolsa a los inversores el capital invertido con un retorno financiero. Desde su creación, se han lanzado más de 130 CIS en el mundo, de los cuales la gran mayoría se han implementado en Europa, aunque ninguno todavía en España.

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Funcionamiento de un Contrato de Impacto Social (Imagen: UpSocial)

Desde el lanzamiento del primer CIS en el centro penitenciario de Peterborough (Reino Unido) dirigido a reducir la tasa de reincidencia carcelaria juvenil, los CIS son considerados un modelo 'win-win' para la innovación social por dos motivos: (i) su capacidad para alinear los objetivos de todos los participantes hacia la maximización del impacto social, (ii) las múltiples ventajas que ofrecen a cada uno de los participantes, principalmente a tres: el pagador-por-resultado (sea administración pública o donante[2]), el inversor de impacto y el proveedor de servicio que implementa la intervención del CIS.

Desde la perspectiva del pagador-por-resultado (PdR), el atractivo de un CIS es considerable frente a las formas tradicionales de financiación:

  1. Mayor coste-eficiencia: Un CIS garantiza al PdR un mejor uso del presupuesto disponible dado que sus pagos están correlacionados al impacto medido y comprobado.
  2. Transferencia de riesgo: Dado que el PdR únicamente paga si la intervención del CIS es exitosa, el ‘riesgo al fracaso’ se deriva a los inversores de impacto. En otras palabras, los CIS evitan al PdR invertir en programas fallidos, puesto que el pago solo se realiza si el servicio mejora los indicadores acordados.
  3. Evidencia para llevar a escala: En el caso de que el CIS sea exitoso el PdR tendría, en sus manos, evidencia suficiente de aquella intervención implementada para poder llevar a escala con financiamiento propio, con la seguridad de saber que aquella intervención tiene impacto, y ya sin la necesidad de pagar a un inversor de impacto el retorno económico.

Desde la perspectiva del proveedor de servicio, las ventajas que ofrece un CIS también son numerosas:

  1. Flexibilidad: Los CIS garantizan flexibilidad en la implementación dado que el contrato no ‘exige’ la implementación de acciones/insumos en particular, sino que pone el foco en conseguir resultados predeterminados.
  2. Menor carga administrativa: Dado que el CIS cambia la lógica de los contratos entre el financiador y los proveedores de servicio (de pago por insumos a pago por resultados), el proveedor de servicio tiene mucha menor carga administrativa al no tener que rendir cuentas sobre insumos, procesos y actividades.
  3. Contrato a largo plazo: Debido a que los CIS suelen están dirigidos a resolver retos sociales que requieren de un abordaje holístico y profundo, los contratos suelen ser de larga duración (entre 3 y 8 años), por lo cual el proveedor de servicio tiene tiempo para recolectar información, desarrollar su programa y conseguir resultados sociales.

Finalmente, desde la perspectiva del inversor de impacto, el atractivo de un CIS radica principalmente en dos puntos:

  1. 'Blended return': Este término hace referencia a la motivación dual propia de la inversión de impacto y a la correlación existente entre el objetivo social y económico: a mejores resultados sociales, mayor retorno económico. La inversión en un CIS ofrece oportunidades de inversión socialmente responsable de alta calidad con retornos esperados de entre 2% y 12% anual según histórico de los CIS en el mundo.
  2. Potencial de mercado: Al asignar valor económico a resultados sociales, los CIS convierten en ‘oportunidad de negocio’ la búsqueda de soluciones a retos sociales a los cuales los pagadores-por-resultado no suelen destinar sus presupuestos (debido a la necesidad de abordar problemas urgentes y cortoplacistas).

Los Contratos de Impacto Social en España

Hoy en día, no se ha implantado ningún CIS en España. Sin embargo, se han dado varios pasos en últimos años para que los CIS sean una realidad en el país y su implantación es cuestión de tiempo.

A día de hoy, existen tres CIS diseñados en el país:

  1. País Vasco: el CIS está dirigido a prevenir el paro de larga duración en los demandantes de empleo mayores de 45 años y el pagador-por-resultado es Lanbide (Servicio Vasco de Empleo).
  2. Barcelona: el CIS está dirigido a mejorar la salida del sistema de tutela de los menores tutelados y el pagador-por-resultado es el Ayuntamiento de Barcelona.
  3. Navarra: el CIS está dirigido a prevenir la entrada en el sistema de tutela de menores y el pagador-por-resultado es el Gobierno de Navarra.

En vías de diseño, existen varios. Algunos ejemplos:

  1. Cataluña: el CIS está dirigido a prevenir la entrada en el sistema de tutela de menores y el pagador-por-resultado es la Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència (DGAIA) de la Generalitat de Catalunya.
  2. Madrid: Financiado por el Banco Europeo de Inversiones, en el próximo mes comenzará a diseñarse un CIS dirigido a que las personas que residen en alojamientos temporales puedan acceder a nuevas oportunidades y alcanzar la independencia económica en el menor tiempo posible.

[1] Administración pública, inversores de impacto, agentes de cooperación internacional y organizaciones del tercer sector.

[2] Empresa privada, agencia de cooperación al desarrollo, fundación, entre otros.

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