Cuando conocí Open Value Foundation me enamoré del modelo híbrido que proponían sus fundadores. Realmente confié en el modelo que proponían por varios motivos:

Por un lado, estaba la trayectoria profesional y el viaje de 15 años que llevaban recorriendo conociendo a los pioneros en desarrollar conceptos que me resonaban como “la Venture Philanthropy”, “la inversión de impacto”, “el emprendimiento social” y el “el capital paciente”. Viniendo del mundo de la cooperación, con mis sesgos y mis frustraciones, este discurso sonaba esperanzador al mismo tiempo que generaba algo de desconfianza.  

Por otro lado, otro de los motivos y quizás el más importante es el de las personas. “Los proyectos son las personas” dice María Ángeles, quien realmente cree en esta afirmación de la misma manera que cree que la inversión de impacto es la herramienta más eficiente para solucionar los grandes retos de la pobreza, y conocerla, confirmó la esperanza descartando la desconfianza. Había decidido invertir parte de sus ahorros en desarrollar el ecosistema de impacto en España por su fe en su poder de transformación. Parte invertida en los diferentes actores del ecosistema, la otra parte en intentar que la fundación Open Value destinara capital catalítico a proyectos, pero también a desarrollar y fortalecer el ecosistema de la inversión de impacto desde la investigación, la formación y la comunicación. De esta manera nació el fondo de fundaciones.

Sabíamos que era importantísimo involucrar el conocimiento y la experiencia del tercer sector en el ecosistema, quien, si no ellos podrían ayudar a medir los impactos, construir de abajo arriba, trabajar de forma colaborativa etc. Pero ¿Cómo hacerlo, cuando faltan recursos y los conocimientos técnicos necesarios? La respuesta nos la dio nuestro amigo Fabio Deboni, había creado un vehículo con diferentes actores del tercer sector durante la construcción del NAB Brasileño. Nos inspiró su testimonio tanto que empezamos a montar un grupo, con la enorme suerte de que Fundación Anesvad se uniera a nosotros para liderar esta iniciativa y Fundación Ship2B colaborara en la formación.

Nuestro objetivo era ofrecer a los participantes el conocimiento, teórico y práctico, y el acompañamiento necesario para crear un Fondo de Fundaciones de manera compartida entre todas, que invierta, promueva y desarrolle iniciativas de alto impacto social fortaleciendo las capacidades y conectando a las entidades involucradas.

Han pasado dos años desde que comenzamos, somos más de 20 fundaciones trabajando juntas y recorriendo nuestro camino individual hacia el descubrimiento de nuevas formas de hacer nuestro trabajo y de encontrar nuestro lugar en el ecosistema de impacto social. El proceso es enriquecedor, trabajar unidos, aportar cada uno desde su conocimiento en busca de un interés común y dejando los intereses propios a un lado, es mágico, porque ayuda a llegar rápido al consenso y genera relaciones fuertes. Cuando todos decían que la gobernanza del grupo sería complicada, las fundaciones demostraron que no tenía por qué serlo. Esto refuerza la importancia de no dejarlas atrás en la creación del ecosistema de impacto.

Este proyecto colaborativo ya es todo una realidad, las once fundaciones participantes de la primera edición del programa formativo Fondo de Fundaciones de Impacto hemos lanzado una convocatoria para invertir en empresas y proyectos en funcionamiento en España que persigan con su actividad un impacto social, y que estén orientados a apoyar a colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión.

Esta convocatoria es un vehículo para que las fundaciones encuentren su lugar en el ecosistema de la inversión de impacto en España, invirtiendo en iniciativas de alto impacto social y contribuyendo al desarrollo de la empresa social en nuestro país.